Medio: Diario Perfil – Autor: Gustavo De Simone *
Mario era un hombre de 65 años, casado y con dos hijos adultos jóvenes. Abogado exitoso, dedicado al derecho laboral y firme defensor de los derechos de los trabajadores. Ateo convencido, tanto como de su testimonio de compromiso solidario con quienes defendía. Era respetado a nivel familiar, social y profesional, con un buen pasar económico después de toda una vida de trabajo. Lo asistimos con el equipo durante su enfermedad, cáncer de colon diseminado, que inicialmente respondió a los tratamientos, aunque luego de un tiempo progresó.
Cerca del final de su vida (falleció en su hogar, acompañado por sus seres queridos, como ellos lo deseaban) me confesó: “Sabe doc que este momento, con la enfermedad y todo lo que esto significa, resulta la etapa más importante de mi vida… estoy aprendiendo a aceptar los límites, a recibir y dar amor, a encontrar sentido y pedir perdón por algunas macanas y, sobre todo, a dar gracias por cada momento de la vida…”. Todavía recuerdo las sentidas palabras de Mario: “Gracias a usted y a todo el equipo de cuidados paliativos porque me quitaron el dolor físico que lograron controlar, me acompañan y orientan en las decisiones que tomo, cuidando también a mi familia. Con esta ayuda le estoy encontrando un nuevo sentido a mi vida”.
Mario nos enseñó que “no es posible morir curado, pero se puede morir sanado”. Él encontró su camino para aceptar gradualmente la condición humana, y encontrar la paz que brota de la profundidad de nuestro ser. Y también nos enseñó cuál es nuestra función: acompañar y aliviar. Su esposa y sus hijos, que al principio creían que era mejor no hablar de estos temas difíciles, y no sabían muy bien qué decir y qué hacer, también fueron acompañados y encontraron su propio modo de transitar el camino y hacerlo con serenidad –sin esconder momentos de enojo, de tristeza y de frustraciones–.
El cuidado paliativo competente puede modificar profundamente la experiencia del paciente y su familia durante el proceso hacia ese final de vida. La gran mayoría de los pacientes recorren el camino y viven su última etapa aliviados y en paz, como Mario.
Nuestro objetivo y compromiso es hacer todo lo humana y profesionalmente alcanzable para que la persona gravemente enferma viva tan activamente como sea posible; y en los casos –como el de Mario– donde la enfermedad no puede ser revertida, que puedan vivir su última etapa hasta el final con la experiencia de recibir un cuidado compasivo y competente, a la altura de la dignidad humana.
Hace pocos años, expertos de los cinco continentes redefinieron los cuidados paliativos como “el cuidado activo y holístico de personas de todas las edades con sufrimiento severo relacionado con la salud, debido a enfermedades graves, y especialmente de aquellos cerca del final de la vida. Su objetivo es mejorar la calidad de vida de los pacientes, sus familias y sus cuidadores”.
Es importante que la sociedad advierta que en nuestro país está vigente la Ley Nacional de Cuidados Paliativos (Ley N° 27678/2022), que garantiza –como lo sostiene la Organización Mundial de la Salud– que los cuidados paliativos deben proporcionarse en observancia de los principios de la cobertura sanitaria universal: todas las personas, independientemente de sus ingresos, del tipo de enfermedad que padezcan o de su edad, deben tener acceso a un conjunto de servicios sanitarios básicos, incluidos los cuidados paliativos.
*Director de la ONG Pallium Latinoamérica. Médico especialista en medicina paliativa.